La crisis
económica que enfrenta Puerto Rico hace más de una década se ha dejado sentir
de varias maneras. Los cierres de farmacéuticas y bancos, así como la reducción
del aparato sector gubernamental, han dejado a miles de personas sin empleo. La
industria de las comunicaciones no es la excepción.
Periódicos
y estaciones de televisión han reducido sus plantillas, dejando en la calle a
decenas de periodistas veteranos. Por otro lado, muchos colegas relacionistas se
han visto afectados ante la eliminación de puestos de trabajo, tanto en firmas de relaciones
públicas como en empresas. Igual fortuna han enfrentado compañeros publicistas.
La realidad es que, cuando la economía se enfría, la publicidad, los medios y las relaciones públicas están entre los primeros sectores en sufrir
recortes.
Lamentablemente,
estas situaciones no se ventilan lo suficiente. La vida según Facebook es un Neverland en el que todo el mundo está
de fiesta, de viaje, o de chinchorreo. Nadie está desempleado, ni en aprietos
económicos, ni entregando la casa. Hay que ser “positivo, siempre positivo” y “echar
pa’lante”. Pero la realidad es que somos muchos los que nos hemos visto
afectados por “la crisis” y posiblemente seremos muchos más.
Cuando te avisan que es tu último día
El ambiente
tenso se siente en el aire. Los clientes están cortando presupuestos, o se
perdió una cuenta importante. Uno sospecha que puede la próxima víctima de “la
crisis”, pero prefiere pensar positivamente o simplemente evadir el tema hasta
que llega el día. Te llaman de la oficina de tu jefe para una reunión y allí te
tienen la carta lista, quizás hasta con la liquidación que te corresponde. Hoy
es tu último día. ¿Qué vas a hacer?
No firmes ningún papel. Si te dan a firmar un documento
legal en la oficina, llévatelo a tu casa y compra tiempo para consultarlo con
un abogado. A lo mejor piensas que no tienes dinero para eso, pero es posible
que, haciendo un par de llamadas, puedas encontrar un abogado o abogada que te
haga una consulta inicial gratuita. Sólo asegúrate que no estés cediendo tus
derechos.
Date permiso para sentirte triste. El sentimiento de pérdida está ahí
y tienes que lidiar con él. Enfrentarás un período de luto. De repente dejarás
de ir a la oficina donde trabajaste por años y de compartir con tus compañeros
de trabajo. Tu rutina cambiará por completo. Es el fin de una etapa de tu
carrera y el inicio de otra. Date permiso para sentirse triste y simplemente deja que pase.
Toma aire fresco. Después de recibir el golpe, date unos días
para no hacer nada. Vete a la playa, recoge la casa, coge la clase de spinning de las 10 de la mañana, camina por el Viejo San Juan, o ve
una serie completa en Netflix con un palangana de pop corn. Este periodo será una especie de “reset” para que limpies
tu mente de toda la carga negativa que has recibido a causa del despido.
Protege tu autoestima. Cuando nos dicen que ya no nos
necesitan, nos enfrentamos al sentimiento del rechazo. Comenzamos a
preguntarnos qué hicimos mal o a pensar que ya no servimos. Métete en la mente
que la decisión del despido no tiene nada que ver contigo ni con tu calidad
como profesional. Fue una decisión estrictamente económica, basada en la
necesidad de ahorrarle dinero a la empresa. No te rompas la cabeza y vive con
eso.
Evita el pánico. Después del cantazo inicial, una de las
primeras preocupaciones que nos asalta es cómo vamos a pagar nuestras deudas. Identifica
cuántos ahorros tienes, cuáles son tus obligaciones económicas y si hay gastos
que puedes cortar (cable TV, celular, gimnasios, suscripciones) o reducir
inmediatamente (salidas al cine, restaurantes y compras innecesarias). Si te
dieron una liquidación, separa una parte para pagar los impuestos para el año
próximo. Aunque suene paradójico, es muy probable que caigas en un rango de
impuestos mayor debido a dicho pago.
Muévete. Después de recuperar el equilibrio, hay que
pensar qué vamos a hacer después.
- Solicita tus beneficios por desempleo. No es una dádiva; es un beneficio por el cual has pagado durante todos tus años de trabajo. Puedes hacer tu reclamación en línea aquí: https://desempleo.trabajo.pr.gov/reclamantes/(S(gbw010nf2b5nokfzfalfcfic))/Inicio.aspx
- Comunícate con tu gente de confianza, amigos y familiares, y diles por lo que estás pasando. La idea es buscar apoyo emocional y dejarles saber que estás disponible para nuevas oportunidades, ya sea a corto o largo plazo.
- Piensa en el futuro. ¿Quieres hacer lo mismo en términos profesionales, o quisieras tomar otro rumbo? ¿Quieres trabajar por cuenta propia, o buscar otro empleo? ¿Quieres darle rienda suelta a ese negocio que llevas en tu mente hace años? Quizás este es el momento.
Déjate ayudar: de tu pareja, de tus hijos, de tus padres, de
otros familiares y amigos. Si te ofrecen alguna ayuda, ya sea material,
emocional o espiritual, deja el orgullo atrás y acéptala, ya que lo hacen de
buena fe y te ayudará a seguir adelante. Tendrás la oportunidad de devolver el favor cuando ellos enfrenten un momento de dificultad.
Aprovecha el cash escondido. Si participas de un programa de
recompensas de un banco o de una tarjeta de crédito, redime tus puntos para
obtener tarjetas de compras para gasolina, supermercados y restaurantes. Úsalos
solamente para aquellas cosas que sean necesarias. Usa programas de recompensas
de farmacias y supermercados.
Si ves las nubes en el horizonte: comienza a crear un fondo de
emergencia. Prepárate para estar sin empleo entre tres a seis meses. Si puedes,
apresúrate a cancelar deudas de tarjetas de crédito y cualquier otra que tengas
pendiente.
No importa
qué, saldrás adelante. Por algo eres experto en manejo de crisis.